martes, 1 de marzo de 2011

La Revolución de las Consciencias sólo se dará con un nivel de pensamiento superior

El  día de hoy presenté este documento en el foro referido. Lo comparto aquí debido a que se tocan puntos relativos a Gaia y en general a qué pensar para superar el actual estado de crisis.



Ponencia en el Foro Universitario sobre el Proyecto Alternativo de Nación, Capítulo Michoacán



Íbamos en camión hacia el DF un grupo de compañeros, asistiríamos a una asamblea informativa. Hicimos un alto en la autopista por algún asunto técnico, bajamos unos minutos y uno de los compañeros tiró una envoltura en el acotamiento. Le hice la observación y me respondió: “ahí que barran”. ¡Oh!, me quedé consternado: ¡un compañero “de izquierda”, comprometido, estaba atascado en un nivel de pensamiento de décadas atrás!
El tema de mi ponencia es un cuestionamiento a cómo afrontamos la realidad, cómo la formulamos y qué hacemos para generar acciones de solución. ¡No podemos seguir con un nivel de pensamiento que, de proseguir, nos terminará de hundir en la hecatombe socio-ambiental en la que ya estamos inmersos!. No es éste un discurso ambientalista, en todo caso, de izquierda progresista. Propongo una primera definición de izquierda desde una dimensión sumamente humanista: la posición que escucha el grito de los pobres y de la Tierra mancillada por la codicia de unos cuantos

Crítica al modelo de las certezas, desde una realidad compleja

¿Cómo le hago para desarrollar un vehículo con dos ruedas impulsado por el usuario?   El desarrollo histórico nos llevó a una respuesta única, le llamamos: la bicicleta. Es una respuesta única, convergente.
¿Cómo le hago para educar a un niño? No hay respuesta única, son múltiples modelos los existentes, con sus pros y sus contras: hay que elegir. El problema de la educación es un problema divergente, E. F. Schumacher indica que los problemas divergentes son aquellos que al ser estudiados por una gran cantidad de personas hábiles e inteligentes, generan respuestas contradictorias, que no convergen.
El problema que llevó a “la bicicleta” es de los llamados problemas convergentes, se basan en las leyes físicas del Universo. En los problemas divergentes las posturas de cada grupo pueden contradecir a las de los otros grupos, y son personas inteligentes.
Esto se encierra en lo que se ha desarrollado en el mundo del pensamiento como una forma de pensar el mundo cualitativamente superior, más acorde, podríamos decir, con los máximos desarrollos humanistas como son la democracia, el consenso, la convivencia, la validación del otro, etc. Se le ha llamado Pensamiento Complejo y si se le puede caracterizar sintéticamente creo que con enunciar los 7 principios que Edgar Morin, es suficiente por ahora:
1.                           principio sistémico.- se relaciona el conocimiento de las partes con el conocimiento del todo: es imposible conocer las partes sin conocer el todo.
2.                           principio holográmico.- las partes están dentro del todo y el todo está en cada parte
3.                           principio retroactivo.- la causa actúa sobre el efecto, pero a su vez el efecto sobre la causa
4.                           principio recursivo.- supera la noción de regulación integrando los conceptos de autoorganización y autroproducción.
5.                           principio de autonomía y dependencia.- los seres humanos son autónomos, a su vez dependen del entorno.
6.                           principio dialógico.- lo antagónico es complementario,
7.                           principio de la reintroducción del que conoce en todo conocimiento.- todo conocimiento es una construcción de la mente, somos objeto y sujeto de conocimiento.
Así, y dadas las limitaciones de espacio, necesitamos hacer una crítica muy seria al dogmatismo que hemos heredado. Y no me refiero en sí a la institución dogmática por excelencia y de la cual proviene gran influjo a nuestra cultura, la Iglesia Católica. Padecemos, muy humanamente, de una tendencia dogmática y maniquea: “lo bueno es la izquierda”, “lo bueno es lo público”, “lo bueno es la igualdad”, “lo malo es el capital”, “la lucha es por la clase trabajadora”, “los empresarios son explotadores”, etc. Verdades incuestionables para muchos de los militantes de los movimientos sociales. Pero no: si nos mantenemos en ese nivel dogmático de pensamiento definitivamente no tenemos nada que hacer en la llamada Revolución de las Consciencias.

Izquierda y derecha

Hay diversas percepciones sobre lo que es ser de izquierda y ser de derecha. Pareciera que cada posición toma uno de los elementos del lema de la Revolución Francesa: Igualdad, los de izquierda, Libertad los de derecha.  Propiedad pública los de izquierda, propiedad privada los de derecha. Marxismo la izquierda, Liberalismo la derecha.
Ello sigue siendo maniqueo. La izquierda y la derecha tienen una diferencia esencial en cuanto una actitud ante la vida: la izquierda siempre es progresista, la derecha es conservadora. En efecto, la derecha es promovida principalmente por las clases acomodadas, esas que dicen “no le muevan”, su actitud es la de dejar las cosas como están, porque eso está bien (para ellos). Lamentable es el darnos cuenta de muchos de izquierda que son de tendencia conservadora: "déjame las cosas como están (en el sindicato, por ejemplo).
Por el otro lado, la izquierda en su base tiene una actitud progresista: no está de acuerdo con su presente, sabe que puede existir algo humanamente superior. Fueron movimientos progresistas (de actitud de izquierda) los que propiciaron las grandes revoluciones históricas: la Francesa (que acabó con la monarquía y la nobleza), la Independencia Estadounidense (que se soltó del yugo de la corona inglesa), la Independencia Mexicana (promovida por los afanes de igualdad y libertad que Hidalgo, Morelos y compañía sentían), la Independencia Hindú (que puso por encima la autonomía a los dictados de la corona), la de la juventud mundial (movimiento del 68), etc.
Lamentablemente las “revoluciones” se tienden a institucionalizar, y las instituciones a corromperse al perder su energía originaria.
Y ¿Cuál es la esencia de la actitud de izquierda?
El pensamiento de izquierda es, por su naturaleza, generoso, porque parte de un sentimiento de compasión ante la miseria humana, de indignación ética ante las injusticias y de voluntad de cambio para superar ese cuadro inhumano. Pretende extender la libertad a todos los pueblos. Desea la igualdad para todos los ciudadanos mediante la ley y el derecho. Propicia relaciones sociales que se rijan por la hermandad, basada en la colaboración y en la buena voluntad entre las personas y entre las naciones. (Boff, 2000)
Justicia, libertad, igualdad, hermandad. Tal vez uno de sus antecedentes más remotos está en el antiguo testamento donde encontramos a los profetas denunciando actitudes voraces, de codicia y opresión y llamando a recuperar los equilibrios y hacer justicia para que el desvalido también tenga acceso a una vida digna. En esos recónditos orígenes está esta actitud que hoy nos mueve.
Y aunque esa fuerza primordial mueve a la izquierda, nuestro nivel de pensamiento se ha quedado estancado en el positivismo que clamaba la objetividad y el alcance de certezas. Diría el biólogo y filósofo Humberto Maturana:
Apelar a la “objetividad” de la “realidad” es un recurso retórico para demandar obediencia y sumisión. Resulta mucho más fácil pedirles a los demás que se sometan a “la verdad” y que subordinen sus opiniones a los “hechos del caso”, que dialogar con ellos para comparar interpretaciones igualmente posibles. (Maturana, 2010)
Desde el nivel de pensamiento del dogmatismo la “lucha por la justicia” se vuelve una injusticia, pues con tal nivel de pensamiento exigiremos lo que desde una perspectiva compleja será absurdo. Lemas clásicos de estas exigencias podrían ser: ¡medicinas gratis para todos! ¡educación gratuita para todos! ¡vacaciones para todos!

Propuesta

No me extenderé mucho. El tema es complejo. La propuesta que estoy enarbolando es más sobre el nivel de pensamiento que se necesita adoptar para salir de la espiral en la que estamos inmersos y, que con el actual nivel de pensamiento, no se podrá sino acelerar más nuestro tránsito hacia la hecatombe, preocupación máxima no sólo de los mexicanos, sino de toda la humanidad y, sobre todo, de las bases sociales de esta humanidad.

Tres casos de aplicación de pensamiento complejo

¿medicinas gratis para todos?

Bueno, en el fondo lo que queremos con esto es el Derecho a la Salud. Pero el cómo es lo cuestionable.
Traigo a colación dos puntos importantes para tratar el tema: paradigmas de salud e imposición farmacológica.
Paradigmas de salud.
En verdad es deleznable el encontrarnos con dos realidades: medicinas con precios estratosféricos y escasez de medicinas en los centros de salud. La consecuencia obvia de ello es que la salud se vuelve casi inalcanzable, y ello lo podemos concebir claramente como una injusticia.
Opino que hay que ampliar nuestro marco mental. En los derechos humanos está el derecho a la salud y el derecho a la personal determinación del tratamiento médico. Sólo alcanzaremos en efecto un estado democrático si somos capaces de respetar la dignidad de los pacientes y permitirles la decisión informada sobre qué tratamiento médico seguir. Y esto lo digo porque nuestro actual sistema de salud privilegia sólo a una porción de la población: la que opta por la medicina alópata.
 Existen en el mundo varios paradigmas médicos, paradigmas que han probado su eficacia: la Medicina Tradicional China, la Homeopatía, el Naturismo y otras. Miles de personas se guían por alguna de tales escuelas médicas y tienen el derecho de hacerlo, sin embargo, son excluidas del sistema de salud nacional. Ello no es democrático.
A mí no me interesan medicinas alópatas gratuitas, sino facilidad económica para acceder a tratamiento Naturista u Homeopático. Y creo que tenemos derecho a ello.
¿Solución? Salvo su mayor desarrollo, un principio básico sería el de contar con un sistema que favorezca un acceso plural a la salud, con acreditación de los profesionales según sus propias escuelas de medicina, con uj servicio de calidad superior (que brinde de tiempo para una atención humana), etc. El cómo es algo que se puede diseñar, el qué es algo que se necesita implementar.
Imposición farmacológica
La imposición de la alopatía sobre la población lleva consigo el gran negocio de las empresas farmacéuticas. Sabemos de diversos casos en que algunas medicinas alópatas han sido puestas a la venta (y siguen a la venta) sin cumplir plenamente con protocolos de investigación adecuados. O también de casos como el gran negocio de la influenza de Calderón, en que la empresa que produce el antiviral respectivo se embolsó millones provenientes de: el erario.
Necesitamos impulsar la democracia en la salud. Una población informada que pueda acceder a tratamientos de salud según sus propias decisiones.

¿educación gratuita para todos?

Claro, todos los ciudadanos de un país debieran tener garantizado el acceso a la educación. Pero ¿cuál educación? Expuse al inicio de esta ponencia el tema como un problema de los clasificados como divergentes. De modo que no existe un único modo de ejercer la educación, se debe tomar una decisión al respecto.
En los totalitarismos no existe de otra más que recibir la única oferta: la del Estado. No estamos a favor de eso, al menos los que nos decimos demócratas. El progresismo no podría estar de acuerdo con una única opción de educación. Podrán haber principios rectores, pero la práctica necesariamente debe ser de gran diversidad.
Está planteado así el problema: se necesita garantizar el acceso a una educación democrática con bases en el progreso del conocimiento humano. El cómo es lo que aún está por resolverse, pues el actual es un estado aberrante y que nos pone en grave debilidad como nación.
No defenderé la educación privada en cuanto su aspecto de “privilegios”. Ese es un aspecto que se debe atemperar de diversos modos, si alguna escuela privada ha de ser apoyada no lo debe ser si su selección de alumnos involucra un cierto grado de discriminación a alguna clase o sector social. Existen proyectos educativos sumamente progresistas y muy respetables a los que no todos tienen acceso debido al aspecto económico. Eso, como derecho, debe resolverse.
Tampoco puedo estar de acuerdo con la homogenización de la educación que se da en el sector público, pues, como demócrata y progresista creo y defiendo que como padre tengo el derecho a elegir la propuesta educativa que sigan mis hijos: abierta o escolarizada, activa o pasiva, alternativa o tradicional, libertaria o militarizada, etc. La educación pública debe cambiar: ofrecer distintas opciones educativas que sólo tengan semejanza en los principios que las rijan: más flexibilidad, más creatividad, más respeto a la persona y su libertad.
Una solución así, fundada en el pensamiento complejo, será mucho más enriquecedora para nuestra nación, será generadora de seres pensantes, de ciudadanos críticos y también respetuosos. Eso es algo que deseamos todos los que asumimos como compromiso este anhelo por la Revolución de las Consciencias. Ojalá podamos construir colaborativamente algo al respecto.

¿vacaciones para todos?

Bueno, casi es absurda esta demanda, pero es lo que está de fondo en las exigencias de recortar horarios de trabajo, días laborales, etc.
Por la limitación de espacio sólo llamo la atención a este punto. Nuevamente pido el abandono de los dogmatismos e invito a centrarnos en la esencia democrática del derecho al trabajo digno. Sin enarbolar toda una propuesta sobre esto, creo que estaremos de acuerdo en que lo que deseamos es que se limite la explotación laboral y que la empresa pueda ser un espacio para el sustancial desarrollo de las personas. Que las personas a su vez puedan desarrollarse a tomar responsabilidades como ciudadanos económicamente independientes. Los cómos están por definirse.

Conclusión

Sólo con la aceptación del otro, como legítimo otro en convivencia conmigo puede darse un camino de solución en nuestro presente.
No hay soluciones únicas, la solución del otro también es válida, junto con la mía. No puedo imponerle mi solución, pero tampoco permitir que la imponga. Sólo podremos llamarnos verdaderamente progresistas si somos capaces de crear propuestas que integren a todas las posiciones sin privilegiar a unos a costa de la opresión de otros, propuestas basadas en principios progresistas-complejos y no en dogmas.
Superemos nuestros dogmatismos, atrevámonos a crear un mundo en el que todos deseemos vivir.

Bibliografía

Alonso, A., Tellado, M. (2004); “Sobre la libertad en la elección del tratamiento médico”, en Revista Persona, No. 25
Asociación Norteamericana de Hospitales (1973) “Declaración de los derechos del paciente”. 6 de febrero de 1973.
Boff, L. (2000), El vuelo del águila. Cómo el ser humano aprende a volar. Ed. Dabar. México.
Maturana, H. (2010), citado por Subierna, A.  en: http://andresubierna.com/conversaciones-problematicas-cierre/
Morin, E.; (1990); Introducción al pensamiento complejo, Gedisa. Barcelona.
Schumacher, E.F. (1987), Guía para los perplejos, Debate, Madrid.


1 comentario:

Aurea dijo...

Que interesante. Una visión progresista que requiere tener una intención inclusiva.
"Sólo con la aceptación del otro, como legítimo otro en convivencia conmigo puede darse un camino de solución en nuestro presente."
Un "no sólo, sino también". Si se buscan soluciones no se trata de resolverlo desde posturas contrarias sino perspectivas distintas de la verdad que si pueden "converger" en procedimientos útiles enriquecidos por varios puntos de vista. Siempre y cuando el respeto y la búsqueda de bienestar sea el punto focal.
Gracias por compartir! Que buen espacio para visitar y reflexionar sobre los planteamientos. Saludos!