El día de hoy presenté este documento en el foro referido. Lo comparto aquí debido a que se tocan puntos relativos a Gaia y en general a qué pensar para superar el actual estado de crisis.
Ponencia en el Foro Universitario sobre el Proyecto
Alternativo de Nación, Capítulo Michoacán
Íbamos
en camión hacia el DF un grupo de compañeros, asistiríamos a una asamblea
informativa. Hicimos un alto en la autopista por algún asunto técnico, bajamos
unos minutos y uno de los compañeros tiró una envoltura en el acotamiento. Le
hice la observación y me respondió: “ahí que barran”. ¡Oh!, me quedé
consternado: ¡un compañero “de izquierda”, comprometido, estaba atascado en un
nivel de pensamiento de décadas atrás!
El
tema de mi ponencia es un cuestionamiento a cómo afrontamos la realidad, cómo
la formulamos y qué hacemos para generar acciones de solución. ¡No podemos
seguir con un nivel de pensamiento que, de proseguir, nos terminará de hundir
en la hecatombe socio-ambiental en la que ya estamos inmersos!. No es éste un
discurso ambientalista, en todo caso, de izquierda progresista. Propongo una
primera definición de izquierda desde una dimensión sumamente humanista: la
posición que escucha el grito de los pobres y de la Tierra mancillada por la
codicia de unos cuantos.
Crítica al modelo de las certezas, desde una realidad compleja
¿Cómo
le hago para desarrollar un vehículo con dos ruedas impulsado por el usuario? El desarrollo histórico nos llevó a una
respuesta única, le llamamos: la bicicleta. Es una respuesta única, convergente.
¿Cómo
le hago para educar a un niño? No hay respuesta única, son múltiples modelos
los existentes, con sus pros y sus contras: hay que elegir. El problema de la
educación es un problema divergente, E. F. Schumacher indica que los problemas divergentes son aquellos que
al ser estudiados por una gran cantidad de personas hábiles e inteligentes,
generan respuestas contradictorias,
que no
convergen.
El
problema que llevó a “la bicicleta” es de los llamados problemas convergentes,
se basan en las leyes físicas del Universo. En los problemas divergentes las
posturas de cada grupo pueden contradecir a las de los otros grupos, y son personas inteligentes.
Esto
se encierra en lo que se ha desarrollado en el mundo del pensamiento como una
forma de pensar el mundo cualitativamente superior, más acorde, podríamos
decir, con los máximos desarrollos humanistas como son la democracia, el
consenso, la convivencia, la validación del otro, etc. Se le ha llamado
Pensamiento Complejo y si se le puede caracterizar sintéticamente
creo que con enunciar los
7 principios que Edgar Morin, es suficiente por ahora:
1.
principio
sistémico.- se relaciona el conocimiento de las partes con el conocimiento
del todo: es imposible conocer las partes sin conocer el todo.
2.
principio
holográmico.- las partes están dentro del todo y el todo está en cada parte
3.
principio
retroactivo.- la causa actúa sobre el efecto, pero a su vez el efecto sobre
la causa
4.
principio
recursivo.- supera la noción de regulación integrando los conceptos de
autoorganización y
autroproducción.
5.
principio
de autonomía y dependencia.- los seres humanos son autónomos, a su vez
dependen del entorno.
6.
principio
dialógico.- lo antagónico es complementario,
7.
principio
de la reintroducción del que conoce en todo conocimiento.- todo
conocimiento es una construcción de la mente, somos objeto y sujeto de
conocimiento.
Así, y dadas
las limitaciones de espacio, necesitamos hacer una crítica muy seria al
dogmatismo que hemos heredado. Y no me refiero en sí a la institución dogmática
por excelencia y de la cual proviene gran influjo a nuestra cultura, la Iglesia
Católica. Padecemos, muy humanamente, de una tendencia dogmática y maniquea:
“lo bueno es la izquierda”, “lo bueno es lo público”, “lo bueno es la
igualdad”, “lo malo es el capital”, “la lucha es por la clase trabajadora”,
“los empresarios son explotadores”, etc. Verdades incuestionables para muchos
de los militantes de los movimientos sociales. Pero no: si nos mantenemos en
ese nivel dogmático de pensamiento definitivamente no tenemos nada que hacer en
la llamada Revolución de las Consciencias.
Izquierda y derecha
Hay
diversas percepciones sobre lo que es ser de izquierda y ser de derecha.
Pareciera que cada posición toma uno de los elementos del lema de la Revolución
Francesa: Igualdad, los de izquierda, Libertad los de derecha. Propiedad pública los de izquierda, propiedad
privada los de derecha. Marxismo la izquierda, Liberalismo la derecha.
Ello
sigue siendo maniqueo. La izquierda y la derecha tienen una diferencia esencial
en cuanto una actitud ante la vida: la izquierda siempre es progresista, la
derecha es conservadora. En efecto, la derecha es promovida principalmente por
las clases acomodadas, esas que dicen “no le muevan”, su actitud es la de dejar
las cosas como están, porque eso está bien (para ellos). Lamentable es el darnos cuenta de muchos de izquierda que son de tendencia conservadora: "déjame las cosas como están (en el sindicato, por ejemplo).
Por
el otro lado, la izquierda en su base tiene una actitud progresista: no está de
acuerdo con su presente, sabe que puede existir algo humanamente superior.
Fueron movimientos progresistas (de actitud de izquierda) los que propiciaron
las grandes revoluciones históricas: la Francesa (que acabó con la monarquía y
la nobleza), la Independencia Estadounidense (que se soltó del yugo de la
corona inglesa), la Independencia Mexicana (promovida por los afanes de
igualdad y libertad que Hidalgo, Morelos y compañía sentían), la Independencia
Hindú (que puso por encima la autonomía a los dictados de la corona), la de la
juventud mundial (movimiento del 68), etc.
Lamentablemente
las “revoluciones” se tienden a institucionalizar, y las instituciones a
corromperse al perder su energía originaria.
Y
¿Cuál es la esencia de la actitud de izquierda?
El pensamiento de
izquierda es, por su naturaleza, generoso, porque parte de un sentimiento de
compasión ante la miseria humana, de indignación ética ante las injusticias y
de voluntad de cambio para superar ese cuadro inhumano. Pretende extender la
libertad a todos los pueblos. Desea la igualdad para todos los ciudadanos
mediante la ley y el derecho. Propicia relaciones sociales que se rijan por la
hermandad, basada en la colaboración y en la buena voluntad entre las personas
y entre las naciones. (Boff, 2000)
Justicia,
libertad, igualdad, hermandad. Tal vez uno de sus antecedentes más remotos está
en el antiguo testamento donde encontramos a los profetas denunciando actitudes
voraces, de codicia y opresión y llamando a recuperar los equilibrios y hacer
justicia para que el desvalido también tenga acceso a una vida digna. En esos
recónditos orígenes está esta actitud que hoy nos mueve.
Y
aunque esa fuerza primordial mueve a la izquierda, nuestro nivel de pensamiento
se ha quedado estancado en el positivismo que clamaba la objetividad y el
alcance de certezas. Diría el biólogo y filósofo Humberto Maturana:
Apelar a la
“objetividad” de la “realidad” es un recurso retórico para demandar obediencia
y sumisión. Resulta mucho más fácil pedirles a los demás que se sometan a “la
verdad” y que subordinen sus opiniones a los “hechos del caso”, que dialogar
con ellos para comparar interpretaciones igualmente posibles. (Maturana, 2010)
Desde
el nivel de pensamiento del dogmatismo la “lucha por la justicia” se vuelve una
injusticia, pues con tal nivel de pensamiento exigiremos lo que desde una
perspectiva compleja será absurdo. Lemas clásicos de estas exigencias podrían
ser: ¡medicinas gratis para todos! ¡educación gratuita para todos! ¡vacaciones
para todos!
Propuesta
No me
extenderé mucho. El tema es complejo. La propuesta que estoy enarbolando es más
sobre el nivel de pensamiento que se necesita adoptar para salir de la espiral
en la que estamos inmersos y, que con el actual nivel de pensamiento, no se
podrá sino acelerar más nuestro tránsito hacia la hecatombe, preocupación
máxima no sólo de los mexicanos, sino de toda la humanidad y, sobre todo, de
las bases sociales de esta humanidad.
Tres casos de aplicación de pensamiento complejo
¿medicinas gratis para todos?
Bueno,
en el fondo lo que queremos con esto es el Derecho
a la Salud. Pero el cómo es lo cuestionable.
Traigo
a colación dos puntos importantes para tratar el tema: paradigmas de salud e
imposición farmacológica.
Paradigmas de salud.
En
verdad es deleznable el encontrarnos con dos realidades: medicinas con precios
estratosféricos y escasez de medicinas en los centros de salud. La consecuencia
obvia de ello es que la salud se vuelve casi inalcanzable, y ello lo podemos
concebir claramente como una injusticia.
Opino
que hay que ampliar nuestro marco mental. En los derechos humanos está el
derecho a la salud y el derecho a la personal determinación del tratamiento
médico. Sólo alcanzaremos en efecto un estado democrático si somos capaces de
respetar la dignidad de los pacientes y permitirles la decisión informada sobre
qué tratamiento médico seguir. Y esto lo digo porque nuestro actual sistema de
salud privilegia sólo a una porción de la población: la que opta por la
medicina alópata.
Existen en el mundo varios paradigmas médicos,
paradigmas que han probado su eficacia: la
Medicina Tradicional China, la
Homeopatía, el Naturismo y otras. Miles de personas se guían por alguna de
tales escuelas médicas y tienen el derecho de hacerlo, sin embargo, son
excluidas del sistema de salud nacional. Ello
no es democrático.
A
mí no me interesan medicinas alópatas gratuitas, sino facilidad económica para
acceder a tratamiento Naturista u Homeopático. Y creo que tenemos derecho a
ello.
¿Solución?
Salvo su mayor desarrollo, un principio básico sería el de contar con un
sistema que favorezca un acceso plural a la salud, con acreditación de los
profesionales según sus propias escuelas de medicina, con uj servicio de calidad superior (que
brinde de tiempo para una atención humana), etc. El cómo es algo que se puede
diseñar, el qué es algo que se necesita implementar.
Imposición farmacológica
La
imposición de la alopatía sobre la población lleva consigo el gran negocio de
las empresas farmacéuticas. Sabemos de diversos casos en que algunas medicinas
alópatas han sido puestas a la venta (y siguen a la venta) sin cumplir
plenamente con protocolos de investigación adecuados. O también de casos como
el gran negocio de la influenza de Calderón, en que la empresa que produce el
antiviral respectivo se embolsó millones provenientes de: el erario.
Necesitamos
impulsar la democracia en la salud. Una población informada que pueda acceder a tratamientos de salud según
sus propias decisiones.
¿educación gratuita para todos?
Claro,
todos los ciudadanos de un país debieran tener garantizado el acceso a la
educación. Pero ¿cuál educación? Expuse al inicio de esta ponencia el tema como
un problema de los clasificados como divergentes.
De modo que no existe un único modo de
ejercer la educación, se debe tomar una decisión al respecto.
En
los totalitarismos no existe de otra más que recibir la única oferta: la del
Estado. No estamos a favor de eso, al menos los que nos decimos demócratas.
El progresismo
no podría estar de acuerdo con una única opción de educación. Podrán haber
principios rectores, pero la práctica necesariamente debe ser de gran
diversidad.
Está
planteado así el problema: se necesita garantizar el acceso a una educación
democrática con bases en el progreso del conocimiento humano. El cómo es lo que aún está por resolverse,
pues el actual es un estado aberrante y que nos pone en grave debilidad como
nación.
No
defenderé la educación privada en cuanto su aspecto de “privilegios”. Ese es un
aspecto que se debe atemperar de diversos modos, si alguna escuela privada
ha de ser apoyada no lo debe ser si su selección de alumnos involucra un
cierto grado de discriminación a alguna clase o sector social. Existen proyectos educativos sumamente progresistas y muy respetables a los que no todos tienen acceso debido al aspecto económico. Eso, como derecho, debe resolverse.
Tampoco puedo estar de acuerdo con la homogenización de la educación que se da
en el sector público, pues, como demócrata y progresista creo y defiendo que
como padre tengo el derecho a elegir la propuesta educativa que sigan mis
hijos: abierta o escolarizada, activa o pasiva, alternativa o tradicional, libertaria
o militarizada, etc. La educación pública debe cambiar: ofrecer distintas opciones educativas que sólo tengan semejanza en los principios que las rijan: más flexibilidad, más creatividad, más respeto a la persona y su libertad.
Una
solución así, fundada en el pensamiento complejo, será mucho más enriquecedora para nuestra
nación, será generadora de seres pensantes, de ciudadanos críticos y también
respetuosos. Eso es algo que deseamos todos los que asumimos como compromiso
este anhelo por la Revolución de las Consciencias. Ojalá podamos construir
colaborativamente algo al respecto.
¿vacaciones para todos?
Bueno,
casi es absurda esta demanda, pero es lo que está de fondo en las exigencias de
recortar horarios de trabajo, días laborales, etc.
Por
la limitación de espacio sólo llamo la atención a este punto. Nuevamente pido
el abandono de los dogmatismos e invito a centrarnos en la esencia democrática
del derecho al trabajo digno. Sin enarbolar toda una propuesta sobre esto, creo
que estaremos de acuerdo en que lo que deseamos es que se limite la explotación
laboral y que la empresa pueda ser un espacio para el sustancial desarrollo de
las personas. Que las personas a su vez puedan desarrollarse a tomar
responsabilidades como ciudadanos económicamente independientes. Los cómos
están por definirse.
Conclusión
Sólo
con la aceptación del otro, como legítimo otro en convivencia conmigo
puede darse un camino de solución en nuestro presente.
No
hay soluciones únicas, la solución del otro también es válida, junto con la
mía. No puedo imponerle mi solución, pero tampoco permitir que la imponga. Sólo
podremos llamarnos verdaderamente progresistas si somos capaces de crear
propuestas que integren a todas las posiciones sin privilegiar a unos a costa
de la opresión de otros, propuestas basadas en principios
progresistas-complejos y no en dogmas.
Superemos
nuestros dogmatismos, atrevámonos a crear un mundo en el que todos deseemos vivir.
Bibliografía
Alonso,
A., Tellado, M. (2004); “Sobre la libertad en la elección del tratamiento
médico”, en Revista Persona, No. 25
Asociación
Norteamericana de Hospitales (1973) “Declaración de los derechos del paciente”.
6 de febrero de 1973.
Boff,
L. (2000), El vuelo del águila. Cómo el
ser humano aprende a volar. Ed. Dabar. México.
Maturana,
H. (2010), citado por Subierna, A. en: http://andresubierna.com/conversaciones-problematicas-cierre/
Morin,
E.; (1990); Introducción al pensamiento
complejo, Gedisa. Barcelona.
Schumacher,
E.F. (1987), Guía para los perplejos,
Debate, Madrid.